Paco Martínez Soria

Francisco Martínez Soria, mucho más conocido como Paco Martínez Soria, (Tarazona; 18 de diciembre de 1902- Madrid, 26 de febrero de 1982) fue un actor y empresario de teatro español.

Biografía

Vino al mundo el 18 de diciembre de 1902 en el nº 1 de la calle Garnacha de Tarazona, Zaragoza (su casa natal se puso en venta en 2017). Hijo de Luis Martínez Casabona, policía y de Eugenia Soria. En 1907 debido a la profesión de su padre, su familia se trasladó primero a la C. Salmerón de Barcelona, donde comenzó sus estudios, y tras ellos, su trabajo como dependiente y luego como comercial. Durante esta época compatibilizó su trabajo con actuaciones en grupos de aficionados del barrio de Gracia.

Contrajo matrimonio el 24 de octubre de 1929, con Consuelo Ramos Sánchez con la que tuvo 4 hijos: Natividad, Francesc, Consuelo y Eugenia Martínez-Soria Ramos.

Paco Martínez Soria, que también trabajaba como representante comercial en una empresa de origen alemán, a causa de la guerra se quedó sin empleo. El grave problema que se le planteaba era cómo mantener a su familia, y fue en el teatro donde encontró la fórmula para defender la economía familiar y sacar adelante a su mujer y sus hijos.

En 1934 colaboró como extra en la comedia en blanco y negro «Sereno… y tormenta» del director Ignacio Iquino, con quien colaboraría, como actor, en otras películas.

En 1936, el Gobierno de la República emitió un decreto de afiliación sindical obligatoria y Francisco Martínez Soria se afilió a la CNT.

Un año más tarde se contrató en la compañía de su gran amigo Rafael López Somoza, con quien estrenó en el año 1938 la comedia de Antonio Paso «El infierno», y viajó por distintas ciudades españolas. Se convirtió en actor profesional y el 9 de enero de 1940 formó su propia compañía, con la que debutó en el teatro Borras de la ciudad condal.

Durante la Guerra civil española dejó su trabajo y se centró en el teatro como actor profesional. En 1938 debutó en el Teatro Fontalba con la compañía de Rafael López Somoza con la obra «El infierno», de Antonio Paso.

Su primer papel de cine como actor principal fue en 1938, en un mediometraje cómico de Ignacio F. Iquino producido por S.I.E Films titulado «Paquete, el fotógrafo público número uno». Continuó participando como actor secundario en muchas películas hasta 1944, en que retornó por completo al teatro como actor y empresario.

Había fundado su propia compañía en 1940 instalándose en el Teatro Fontalba de Madrid, junto a María Francés y Ricardo Fuentes. Inició entonces un repertorio de obras cómicas que empezó con «Tu mujer no es cosa mía» de Iquino y Prades. Entre los años 1942 y 1944, fue nombrado director y primer actor de la compañía de comedia titular del Teatro de la Zarzuela.

En 1950 adquirió el Teatro Talía de Barcelona, junto al cineasta reusense Ignacio Francés Iquino. Posteriormente en 1960, Iquino ( que lo empleaba básicamente para rodar interiores de sus películas) renunciaría a su parte y la vendió a Martínez Soria que quedó como único dueño del local.

Durante las cuatro décadas de la dictadura de Francisco Franco, fue uno de los actores teatrales más aclamados por el público, interpretando decenas de comedias, entre las que pueden mencionarse «La tía de Carlos», de Brandon Thomas, «El abuelo Curro», «Anacleto se divorcia», «Bonaparte quiere vivir tranquilo», «La educación de los padres», «Te casas a los 60… ¿y qué?» y «¡Guárdame el secreto, Lucas», las dos últimas de Dionisio Ramos.

ÉXITO CINEMATOGRÁFICO

«Don Paco», como a él le gustaba que le llamasen, volvió al cine en los años cincuenta, aunque fue en 1965 cuando, dirigido por Pedro Lazaga, consiguió un gran éxito con la película «La ciudad no es para mí», adaptación cinematográfica de un previo éxito teatral del actor que alcanzó las 3000 representaciones. Desde ese momento, su personaje de cateto entrañable no dejaría de aparecer en pantalla hasta el final de sus días. Su última película fue «La tía de Carlos», que se estrenó el 7 de octubre de 1981 en el Cine Mola de Zaragoza. El actor fallecía apenas cinco meses después.

FALLECIMIENTO

Paco Martínez Soria falleció en Madrid a las 9 de la mañana del viernes 26 de febrero de 1982 a causa de una angina de pecho, en una habitación del Hotel Colón, donde se hallaba preparando una obra que no llegaría a estrenarse «¡Guárdame el secreto, Lucas». El cuerpo fue encontrado por los servicios de conserjería del hotel, quienes entraron en el apartamento tras ser alertados por los compañeros del actor, al observar una tardanza en su incorporación a los ensayos. Dos días después de su fallecimiento, fue enterrado en el cementerio de Cabrera de Mar (Barcelona), localidad donde residían, y donde también descansa su mujer Consuelo Ramos, que murió seis años después. Según diversos testimonios, fue un hombre austero, profesional, honrado y muy generoso.

Tras su muerte, los herederos decidieron cambiar en homenaje el nombre de su Teatro Talía que pasó a llamarse Teatro Martínez Soria. Durante 5 años la compañía del desaparecido y popular actor continuó representando sus obras alternándose con otras representaciones, pero a finales del año 1987 su teatro cerró sus puertas para siempre. Los herederos decidieron vender el teatro a una inmobiliaria que no tardó mucho en derribarlo. En 1988 había desaparecido totalmente y desde entonces un solar bruto ocupa es esquina del num 100 de la Av. del Paralelo, esquina con la C. del Conde Borrell.

Mari Luz Morente 30/11/2022

EL DESPERTAR DE MI NIÑEZ

Hoy para mis amistades blogueras traigo un pasaje de mi niñez, el despertar a la vida, mis primeros pasos en el colegio, que fueron maravillosos, en mi mente de niña me sentía como una princesa muy afortunada, es por esto que quiero compartirlo aquí.

Hoy me pongo a pensar en aquellos días que tan lejanos están. Abro mi mente y en ella empiezan a fluir los recuerdos, como páginas de un libro abierto que me invitan a recordar, y van brotando los mágicos recuerdos de aquella edad de la inocencia. Cierro los ojos y como una máquina del tiempo que me transporta a mis años de niñez.

Recuerdo el colegio, que con mis 5 años empecé. A mediados de septiembre comenzaba el curso. Qué ilusión, mi primer día de colegio, una nueva etapa en mi vida, me levante temprano, ansiosa de que llegara la hora de coger mi cabás, donde el día anterior, con mucho entusiasmo había preparado, todo lo necesario para debutar mi primer día en el colegio. Un cuaderno, un lápiz, un borrador y una cartilla con las primeras letras, (ya que a esa edad gracias a mis padres conocía todas las letras y sabía leer lo más básico.) A la hora señalada para entrar al colegio, de la mano de mi hermana mayor, me puse en camino con mucha ilusión, para comenzar esa nueva etapa de mi vida.

La hora de entrar al colegio era a las 10 de la mañana, hasta la 1 del medio día, que volvíamos a casa para comer, y de nuevo entrar en el colegio a las 3 de la tarde hasta las 5 que terminaba la jornada del colegio. Llegaba a casa, y allí me esperaba la merienda. ¡UHHMMMM! Qué rico el olor a pan tan crujiente con esas onzas de dulce chocolate.

Así, cada día de lunes a viernes, con ansia mis primeras letras plasmaba en el cuaderno. En el recreo era muy feliz, puesto que podía jugar con otras niñas y hacer nuevas amigas, tenía profesoras, y digo bien, pues cada tres meses a las más pequeñas nos enseñaba una distinta, en mi ingenuidad, yo las comparaba como si fueran hadas, que con su varita mágica me transportaban a un reino mágico para enseñarme a vivir un sueño dorado. Como los cuentos que mi padre me contaba ¡¡qué bellos años aquellos!!

Así fui creciendo en la inocencia, un año tras otro, quería aprender todo lo que la vida nos tenía reservado. Fueron unos años maravillosos el transcurso del colegio, siempre estaré muy agradecida a mis padres, pues tuve la suerte de continuar en el colegio, año tras año hasta la edad de 14 años, que era la edad máxima que podíamos estar. Hay mas recuerdos en mi vida, pero os lo cuento en otros capítulos.

El soñar no cuesta dinero, y nos hace tanto bien, que nos creemos niños en nuestra madurez.

Un saludo

Paki Humanes. /16/11/2022/

Una noche tenebrosa

Estaba anocheciendo cuando salí a pasear como cada noche solía hacer. La luna brillaba de una forma extraña. Era grande y diferente a cualquier otro día. Más bien alargada. En el centro se adivinaba una fina línea moviendo de un lado a otro, algo inusual, parecía de otro mundo. Por más que quería apartarme de aquel lugar, era imposible, mis pies no me obedecían. Quedé quito, inmóvil, de pronto todo a mi alrededor desapareció. Sólo quedamos esa extraña luna y yo.

Cerré los ojos, pensando que todo eso era un mal sueño. Cuando al fin mis ojos se abrieron, pude contemplar con horror la cruda realidad. Estaba rodeado de seres extraños que venían hacia mí. Sus caras desfiguradas me causaban un gran espanto, cada uno de ello era diferente. sus caras llenas de cicatrices. De allí salían abominables criaturas.

Una mano huesuda me atenazaba el cuello. No podía respirar, quería pedir auxilio, pero de mi garganta no brotaba ningún sonido. Mi mente quedó bloqueada, sumergiéndome en tal estado, que esa persona no era yo. El final de mis días veía venir.

No sé cuánto tiempo pasó, al fin mis pies respondieron y pude moverme. Eché a correr, pero esos seres de ultratumba, seguían detrás de mi. Llegué a casa, cerré la puerta, pero fue inútil. Ellos consiguieron entrar, estaba rodeado por cada uno de ellos, quedé inmóvil, no podía pesar, ni trazar un plan para salir de aquel horror. Toda lucha era inútil

No recuerdo el tiempo que este horror duró. No podía pensar, solo deseaba que ese espanto llegara a su fin Tenía todo perdido y mi vida se estaba acabando. Sentía cada uno de sus zarpazos en mi cuerpo, cayendo a un pozo oscuro de donde no podía salir.

No sé el tiempo que transcurrió, cuando desperté en mi lecho, ahí estaba un ser menudo con cara sonriente. Me miró y con voz suave, que acariciaba mis oídos, comenzó a hablarme diciendo: «Despierta. Todo ha pasado ya. Tú venciste al mal».

Hoy, después de haber pasado unos años, recuerdo aquel horror que siempre me acompañará. Del ser menudo que fue mi salvación jamás he vuelto a saber. Espero no vivir otra experiencia tan horrorosa como la vivida.

La vida nos tiene reservados momentos que no queremos vivir.

Paki Humanes 2/11/2022